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Por la comarca de Avilés: Cascada de Friera, Friera, Gorfolí y Escañorío

 

 

Dificultad: alta

Kilómetros: 20

Tipo: ida

Salida: Callezuela

Llegada: La Luz, Avilés

 

“Ambiguas horas que mezclan al borracho y al madrugador” cantaba Sabina…

 

A las siete, en la estación de Alsas de Oviedo, todo eran calaveras de Halloween, hipos y caras de alcohol… y yo. Solo, en medio de unos zombies con más ganas de dormir que otra cosa, mis zapatos de trekking, mi mochila y mis bastones; lo normal para empezar un día.

 

A las nueve de la mañana llego a Avilés y mi nuevo socio me espera en la misma estación. Primero haremos una ruta por el casco antiguo de la ciudad; la cámara, resucitada tras caer en el arroyo Cueves, aún duerme y las fotos son oscuras.

 

La iglesia de San Nicolás de Bari

 

 

Los caños de San Francisco.

 

 

El ayuntamiento de Avilés.

 

 

La iglesia de los padres Franciscanos.

 

 

Detrás del parque del Muelle, el Niemeyer, por el que pasaremos antes de subir la rúa hasta volver al casco antiguo.

 

 

Palacio de Camposagrado.

 

 

Después del tour turístico por el centro de Avilés, nos llevan hasta La Callezuela, dónde empieza la ruta. Para ello bajamos hasta las piscinas fluviales, toda la pista está señalizada, la primera marca nos invita a tirar de frente.

 

 

Llegamos a la zona de eucaliptos, esto parece Asturalia.

 

 

Poco a poco, tras cruzar un pequeño reguero con un salto de agua, unos metros a la derecha del camino; vamos llegando a la cascada de Friera. Un guapo salto de agua hasta el que no podemos bajar pero que vemos perfectamente desde arriba.

 

 

Volvemos a la pista y seguimos disfrutando del increíble trabajo de ADNastur, como ya les dije personalmente, es de agradecer, y mucho, que gente como ellos o como Victor, el del Naranco, muestren esa generosidad en provecho de todos los que gustamos del senderismo. Esta ruta, con mención también para Jfcamina, es marca ADNastur.

 

 

Aquí, dándonos la vuelta una vez salidos del follaje, vemos el tramo por el que pasamos, junto al monte Pasadoiro.

 

 

Seguimos la pista y llegamos a Friera, dónde nos vienen a ver unos amigos de cuatro patas.

 

 

 

Cruzamos el pueblo de frente y, después de pasar junto a un bonito y pequeño puente, llegamos a Carmona, y desde Carmona, subimos por pista hasta el Bufarán.

 

 

Por algo se dice eso de “tener los huevos como un toro”, vaya potencia de animal.

 

 

 

 

Guapo detalle en la subida al Friera.

 

 

Las vistas se van abriendo más y más.

 

 

Ya estamos cerca del Friera o Bufarán, la subida, a la derecha de la pista, resulta potente.

 

 

Por esa llanura caminé con otro socio la semana pasada en una guapa ruta desde Oviedo hasta San Pedro de Nora, pasando por el arroyo Cueves y Brañes.

 

 

Más vistas…

 

 

 

 

El Cabo Peñes y Avilés.

 

 

Bufarán, techo de Illlas.

 

 

Desde el Friera o Bufarán, el alto de la Degollada está más cerca. Después de verlo desde el Naranco y desde Las Regueras y Llanera, creo que tiene que ser paseado dentro de poco.

 

 

Ahora nos toca ir hasta el auténtico Gorfolí, techo de Llanera.

 

 

Empezamos a bajar y un avión nos pasa por encima.

 

 

Llegamos a Llanera.

 

 

Y empezamos a subir, fuerte, por el Gorfolí, no podemos llegar a la cumbre porque hay un alambre de espinos y no sabemos si está permitido pasar; quedamos a unos pocoso metros del punto más alto, para nosotros cómo si fuese la cumbre.

 

Además, llevamos un susto importante pues las nubes pasan por la cumbre y yo tengo la impresión de que es humo, por suerte, sólo eran nubes.

 

 

La bajada se hace por un terreno raro, muy empinado y la hierba se va hundiendo bajo nuestros pies, hay que tener cuidado de no lesionar un tobillo.

 

 

Desde el Gorfolí, pasando junto al Campo la Liebre, bajamos hasta Los Espinos y desde Los Espinos hasta Entrialgo. Vamos preguntando a ciclistas y gente corriendo, la gente del monte siempre que puede te ayuda.

 

 

 

 

 

Tras pasar el pueblo, una pista sale a la derecha. Nos encontramos una panera y, más adelante, un pasamanos dónde brota una pista por la que tiramos.

 

 

 

La pista nos baja al arroyo y ya es seguir el camino, siempre perfectamente señalizado gracias a ADNastur. También uso como referencia la información del blog de Cienfuegos y Los de Las Claras.

 

 

El camino se va estrechando poco a poco y llegamos a la primera cascada. La subimos por la derecha y podemos ver el salto de agua desde arriba.

 

 

 

El pequeño sendero nos lleva hasta unas compuertas, llegamos a un pequeño recodo y nos cambiamos.

 

 

Dejando las mochilas en la orilla del río, vamos a pasar los tres espolones de roca que el compañero del grupo ADNastur me advirtió. Ciertamente, con la roca tan mojada, hubiese sido fácil caer al agua.

 

 

Vamos por el riachuelo y, a la altura del tronco que cruza de orilla a orilla, volvemos a la zona de roca. Todo el tramo está indicado por el grupo que tan bien trabajó en esta zona, no puede uno dejar de agradecérselo.

 

 

Vamos por el sendero de piedra usando manos y, a veces, medio gateando.

 

 

 

Cruzamos el puente hecho por el mismo grupo y que ayuda a completar la ruta.

 

 

Que una zona así esté a un paso del barrio de La Luz es una pasada, parece la jungla; desde la espesa vegetación que oscurece el camino, hasta los bichos que pueblan este pequeña selva.

 

 

Llegamos a la segunda cascada…

 

 

Ahora sólo queda volver sobre nuestros pasos.

 

 

 

 

 

 

 

Salimos y, después de cambiarnos, pasamos por la Ruta del Agua viendo edificaciones que, junto a la primera cascada, suministraban agua a Avilés.

 

También pasamos junto a estos plásticos que, como ya sucediera en la zona de Brañes, tienen un olor a fermento muy fuerte.

 

 

Bonito hórreo.

 

 

Ya estamos cerca de llegar a Avilés, en Molleda, cuando vemos este gallo y el indicativo de la Ruta del Agua.

 

 

 

Pasando por la carretera, vamos a llegar a La Luz, pero antes pasamos por delante de este hórreo.

 

 

Y, para acabar la ruta, cogemos el TUA: La Luz-Sabugo y nos tomamos una buena cerveza en un buen bar. No hay mejor cerveza que aquella tomada según se baja del monte.

 

 

 

 

 


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