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Orgullo de perdedor

 

Me compadezco. Sobre mi lecho guardo un cementerio de grandes poetas. Mis versos son los hijos ilegítimos de sus versos.

 

¿Cielo o infierno? ¡Siempre el infierno! El cielo es demasiado absurdo. Cantemos loas a nuestro Príncipe.

 

Nacidos del útero de la desdicha. Nuestra sangre es maldita. Nuestra vida… ¡ah, nuestra vida!

 

La vieja bestia arrojó nuestros cuerpos a las llamas. El humo de las hogueras eleva nuestro nombre. La carne es débil, fuerte el alma.

 

¡Cada palabra será una condena!